Como muchos sabéis, hace tan solo unos meses, se bendecía la intervención artística que se ha llevado a cabo en la Capilla del Señor de la Humildad, trasera de la nave del Sagrario. Y con ello, muchas han sido las voces que se han escuchado sobre la necesidad de remozar y poner en valor el principal templo de Villa del Río: donde la gran mayoría de nosotros recibimos los sacramentos… casamos, bautizamos y despedimos a nuestros seres queridos.
Ya hace varios meses me llegó la información sobre la intención de dos grupos de personas que deseaban terminar el mosaico que ocupa el altar mayor, completando los rayos y el Espíritu Santo, cerrando así el proyecto de Rufino Martos y Povedano.
Uno, planteaba por un lado acabarlo a modo de vinilo, lo cual me parecía dantesco y, otro, que desea hacerlo correctamente, en el mismo material con que fue ejecutada la obra principal; un coste que no sería baladí, dadas las dimensiones, el material, el proyecto y la colocación de este.
Sin entrar a valorar la obra, por todos conocida, y quiero dejar muy claro que no cuestiono ni su calidad, ni la relevancia de estos dos artistas. Si discuto la inoportuna intervención que se realizó en el templo en el año 63, que no contó con la aprobación del pueblo, que perjudicó el patrimonio de un templo de trazas clásicas en su interior y que, por contado, no se integra en el estilo artístico del edificio (como ocurre con la evolución artística que podemos contemplar en la mezquita catedral) más allá de querer comparar ambos. Incluso, habría que plantearse si la iconografía elegida en aquel momento (Pentecostés), es la más afortunada en un templo que se denomina Inmaculada Concepción.
Por ello, alzo mi humilde voz para consensuar y formar un equipo de entendidos que devuelva a la Iglesia Parroquial la majestuosidad que merece después de muchas intervenciones que han mermado su potencial y el amor con el que fue proyectada y ejecutada.
No entiendo como el hecho de devolver el esplendor no se cuestiona en otros edificios; en la ermita de nuestra querida Patrona afortunadamente se procedió a la ejecución de un nuevo retablo según fotografías del antiguo, atribuido recientemente a Alonso Gómez de Sandoval, es más, afortunadamente, se lleva a cabo y en el templo principal se opta por completar una obra que funcionaría espectacularmente en cualquier iglesia moderna, pero arruina artísticamente la esencia de nuestra Parroquia.
La Iglesia de la Inmaculada Concepción de Villa del Río es inicialmente proyectada en 1867 por Moreno de Monroy concibiendo un edificio inspirado en un eclecticismo romántico o neo-medieval y fue culminada por Castiñeyra en 1908.
De planta basilical, hecho que aporta gran personalidad respecto a los templos religiosos principales de la comarca. En su interior, podemos apreciar tres naves abovedadas (central de cañón y laterales de arista) de amplias dimensiones con arcos de medio punto que se apoyan sobre columnas con capiteles corintios y friso tallado en piedra de gran calidad artística por su diseño y policromía en tonos azulados y amarillos.
Fotografía nº 1. Altar Mayor de la Parroquia original, antes del incendio de 1931.
Si nos centramos de nuevo en el altar mayor, más allá de evaluar otras intervenciones, y si nos retrotraemos a la inauguración del templo, podemos contemplar el retablo neogótico que en su ático guardaba una de las esculturas más valiosas antes del incendio que la asoló en 1931, un crucificado del siglo XVI. Debajo la imagen de la Inmaculada Concepción, en su camerino, custodiada a ambos lados por, San Francisco de Asís y Santa Teresa de Jesús. Hecho curioso, pues los dos titulares del templo son San Juan de la Cruz y Santa Inés Virgen y Mártir.
Existía una primitiva imagen de la Inmaculada en la Iglesia del Castillo, que se mandó a Azuel, en la provincia de Córdoba, con el debido permiso del Obispo en el año 1895. Para ser sustituida por otra imagen que el Licenciado D. Manuel Parras Jiménez, Rector Cura propio de la Iglesia trae de Barcelona dónde la adquiere por el importe de setecientos noventa y ocho pesetas que abona de sus propios medios, como regalo que hace a la nueva Iglesia, que por aquel entonces estaba en construcción.
Fotografía nº 2. Altar Mayor arrasado por el incendio de 1931.
Tras el incendio se recompone con un arco sencillo central que ejerce de embocadura del camerino de la Inmaculada y dos peanas en la que aparecen el Sagrado Corazón de Jesús y de María, a derecha e izquierda. (Fotografía nº3). Pueden observarse aun las lámparas de cristal, las barandillas de hierro colado y uno de los púlpitos originales.
También como en la intervención de 1963 se destruye toda la arquitectura de piedra friso y columnas, como las que podemos contemplar en la trasera de la parroquia actualmente.
Fotografía nº 3. Altar Mayor de la Parroquia hasta la remodelación de 1963.
En esta fotografía tan curiosa, además podemos observar los cultos de la actual Virgen de la Cabeza que se encuentra en el altar mayor.
En el año 1940 siendo Párroco D. Miguel Sánchez Fernández, el matrimonio Porras-Gómez dona una nueva imagen de la Inmaculada Concepción a nuestra Parroquia, para sustituir la destruida, y encargan al artista bujalanceño D. Juan Martínez Cerrillo su realización.
Puede constatarse en las pocas fotografías existentes, como más allá de la pérdida de patrimonio por el incendio, y posteriormente de esta intervención, se produce la desaparición de muchos enseres que son vendidos desafortunadamente por el párroco del momento en la intervención de 1963.
El pueblo no fue participe de la decisión en aquel tiempo y a la vista está que, con el transcurso de los años, no gustó y por ello quedó inconcluso. Además, debemos de tener en cuenta que este hecho contribuyó a mermar sensiblemente la devoción a la Inmaculada Concepción, titular de nuestra Parroquia, que fue sustituida por una imagen moderna primeramente en color cedro y posteriormente policromada.
Por todo esto, por nuestra responsabilidad como pueblo, de cuidar nuestro patrimonio, y ante la pronta comunicación en la revista de feria de la ejecución a través de una donación privada, levanto mi humilde voz para mostrar mi desacuerdo con la culminación de este proyecto que de nuevo sesga la idiosincrasia de un templo con trazas clásicas en su interior, que tiene muchas carencias a cubrir como ventanas-vidrieras por las que se filtra el sol y está provocando la caída de las piezas de los retablos y produciendo daños en la imaginería de la nave del sagrario, la necesidad de pulir o colocar nuevo suelo, calefacción, refrigeración, sistema eléctrico y restauración de patrimonio.
No volvamos a cometer el mismo error, consensuemos qué queremos para nuestro templo principal, y si en los años 60, el pueblo no intervino, ni tuvo voz, ni voto, mostremos nuestra opinión respecto a esta culminación de un proyecto, que repito, sería maravilloso en cualquier parroquia nueva, pero no se lo merece nuestra querida Iglesia de la Inmaculada Concepción.